La gravedad y duración de la crisis económica nos ha dejado innumerables ejemplos de empresas y fábricas irremisiblemente arrastradas a la quiebra por la falta de liquidez y expectativas económicas. Ante las dramáticas consecuencias económicas y sociales para los trabajadores, ya son varios los casos en Europa en los que estos deciden hacerse con el control de las empresas donde trabajan y luchar para salir adelante como alternativa a la espantada de sus patrones.
Este es el caso de una fábrica griega de productos químicos para la construcción, Viome. Te contamos la increíble historia de cómo sus trabajadores tomaron el control y la sacaron a flote, revolucionando completamente su estructura organizativa y su modelo de producción.
En 2011, punto álgido de la crisis griega, las cuentas no salían para los dueños de la empresa. La economía había colapsado, apenas había dinero en circulación y la confianza en los bancos era nula. Una de tantas empresas que fue a la quiebra fue Viome, dejando a decenas de familias en la calle y con oscuras perspectivas tras la espantada de su dirección.
Ante esta tesitura, una parte de los trabajadores decidió ocupar la fábrica, reorganizarla y formar una cooperativa. Y lo hicieron.
Tenían claro que el sistema capitalista les había fallado, que estaban en una posición muy vulnerable y que si querían sacar adelante la fábrica tenían que implicarse y reformular su organización.
Y decidieron que no hubiera jefes
En Viome no hay ninguna jerarquía, las labores son rotatorias (incluso limpiar los baños) y todos los trabajadores cobran el mismo sueldo. Todo esto, desde luego, les hace especiales en su manera de funcionar. En palabras de uno de sus trabajadores:
“Todos estamos unidos. Hemos olvidado el concepto de ‘yo’ y podemos funcionar colectivamente como ‘nosotros’”.
La ayuda de los vecinos ha sido fundamental para que los trabajadores tomaran el control y la cooperativa saliera adelante. Cuando la policía fue a desahuciar la fábrica por orden del juzgado, los vecinos hicieron una cadena humana alrededor del edificio para evitar que arrebataran a los trabajadores lo que habían “recuperado”. Y, así, siempre que han vuelto.
En agradecimiento, los trabajadores consultaron a la comunidad local qué preferían que fabricasen dentro de sus posibilidades. Ahora Viome comercializa productos de limpieza ecológicos en lugar de productos químicos para la construcción. Y, aunque de manera humilde, sustenta a las familias de todos los hombres y mujeres que trabajan en la empresa.
Su lucha sigue vigente, como da fe que todas las noches se quede un trabajador o trabajadora a vigilar por si vuelve la policía. Pero su manera de proceder se ha ganado muchos apoyos, tanto comerciales como solidarios, por lo que los trabajadores son optimistas.
El espíritu de colaboración de los trabajadores traspasa las paredes de la fábrica. Colaboran en diversos proyectos locales en Tesalónica y han dado cobertura a médicos para atender a refugiados y vecinos ante la incapacidad del estado griego para proveer ese espacio. Forman parte de una comunidad local que ha ido estrechando sus lazos durante la crisis gracias al apoyo mutuo que se han prestado.
La historia de Viome es
valiosa e inspiradora. Nos recuerda que otra forma
de organización política y económica es posible.